miércoles, 3 de septiembre de 2008

Todo un mundo abandonado


¡Qué injusto!¡Qué inhumano!¡Qué absurdo!¡y qué ironía! Puestos allí para enaltecer a la vida misma y honrarnos con su presencia, para abrir las fronteras del mundo que conocemos, para romper con todos los esquemas hasta ahora existentes, para cultivar en la mente del hombre las más nobles inquietudes: la de la curiosidad y el pensamiento, en cambio se enmohecen, se pudren en estantes sin vida, se desgastan día a día por la soledad y el desamparo, pasan allí años y años, desanimados, abandonados... nadie se percata siquiera de su presencia, nadie parece verlos, nadie parece oír sus gritos desesperados llamando a aquel afortunado que los abra, que despistadamente hojee sus páginas y logre descubrir así, en unas cuantas líneas, vidas enteras, sueños, anhelos y esperanzas depositados con la mejor de las expectativas.
¡en qué mundo vivimos! O mejor dicho: ¡Qué mundo hemos creado! ¿Qué sucede con nuestras mentes que no somos capaces de apreciar el arte, de admirar la belleza de un escrito, de maravillarnos y emocionarnos hasta el llanto en una lectura?¿Qué sucede con nosotros que hasta una inofensiva lágrima la creemos dañina y perjudicial?, ¿es acaso que estamos tan ocupados con la economía y el mercado, tan ocupados observando nuestras grandes ciudades, nuestros colosales avances en tecnología y medicina que no somos capaces de darnos cuenta de los pequeños detalles? tan estúpidos como para desperdiciar los talentos más grandes de la historia, tan inútiles, tan absurdos, tan egocéntricos, tan ignorantes que no somos capaces de ver más allá de nuestras propias narices.
Eternamente vivirán aquellos que generosamente han dejado su legado. Con nuestro desinterés no acortamos ni un segundo de su vida, en cambio perdemos los más interesantes de la nuestra; no logramos tirar por la borda su proyecto, en cambio, los nuestros no pasan de meros bosquejos; ansiamos la gloria, pero no tenemos idea de lo que cuesta alcanzarla; envidiamos sus triunfos, pero ni siquiera somos capaces de vencernos a nosotros mismos.
¡Cuánto tiempo desperdiciado inútilmente!¡Cuántos diálogos esperan por años respuesta!¡Cuántas conversaciones se vuelven desgarrados monólogos!¡Pobres libros abandonados!¡Pobres corazones vacíos y desalentados!¡Más pobres aún, porque teniendo la riqueza frente a sus rostros no son capaces de tomarla y en cambio prefieren perecer en la tristeza! Pobres somos y seguiremos siendo hasta que nos atrevamos, hasta aquel día en que los estantes de la biblioteca se hallen vacíos y no porque los hayan desocupado, sino porque cada uno de sus libros ha encontrado cobijo en las mentes jóvenes y vitales que antes pasaban de largo... hoy se han detenido, hoy les han dado vida sin haberlos engendrado, hoy los han revivido sin que estuvieran muertos, hoy los han abiertos sin que se hubieran cerrado, hoy le devuelven el color a páginas que nunca lo pedieron, hoy reabren capítulos que jamás han concluido ni lo harán nunca.

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