miércoles, 3 de septiembre de 2008

El destino

Sin previo aviso,
has llegado
y no te has marchado más,
te has quedado prendida a mí,
animada por una fuerza inamible
e involuntaria.

Será algo natural,
o es algo mas bien anormal.
Quizás lo sabe solo el destino,
aquel destino egoísta que nos perjudica
ocultándonos el porvenir de nuestros amados,
obligándonos a seguir luchando
guiados únicamente por el instinto
que suele fallarnos de improviso,
haciéndonos caer en las tinieblas
y titubear en la oscuridad.

Sin embargo ese destino,
cruel e importuno,
nos alimenta día a día con las ganas de vivir
y el ánimo de superarse,
haciéndonos personas luchadoras
con objetivos y metas por cumplir.
La única diferencia entre unos y otros,
es que los destinos, para cada persona,
son tan distintos y variados,
como cada una de ellas.

Los sueños



¿Qué son los sueños?

Son las metas que todos nos fijamos con el objetivo de superarnos y ser mejores que antes, soñar es algo que te llena y te hace pensar que la felicidad está más cerca que nunca, te sientes completo, como si nada va a salir mal de nuevo. Y cuando empiezas a realizar tus sueños todo va de viento en popa, pero de pronto sientes que viene un huracán, que la felicidad se te va de las manos y no puedes hacer nada para que ocurra lo contrario.
Lamentablemente sólo la minoría de las personas son capaces de seguir luchando en ese momento, sin embargo son esas personas las que surgen, son el tipo de personas que siguen sosteniendo la casa en ruinas aunque todo el mundo les diga que no sacan nada porque el viento, a la larga, la botará igual y de todas forma la siguen sujetando y luchando contra el destino y las probabilidades, son esas personas a las que se les ve, años después, con una sólida y gran mansión.

Es difícil tratar de enseñar a las personas cómo realizar sus sueños, porque estos toman distintas connotaciones y matices dependiendo de la fuerza con que se lucha por ellos. Naturalmente no siempre es fácil, siempre se tropieza, lo más importante es no dejarse vencer, sin importar cuán imposible parezca de pronto. Hay que recordar que aunque el viento sople muy fuerte y la lluvia caiga desmesuradamente, mientras tengas confianza en ti mismo y en lo que crees correcto, la casa que sujetas no se caerá y un día cualquiera tendrás, sin darte cuenta, tu propia mansión.


Con cariño para todas las personas que pasan por alguna dificultad, para que recuerden que lo último que se debe perder es la esperanza y las ganas de luchar.
¡¡¡Mucha fuerza!!!

Todo un mundo abandonado


¡Qué injusto!¡Qué inhumano!¡Qué absurdo!¡y qué ironía! Puestos allí para enaltecer a la vida misma y honrarnos con su presencia, para abrir las fronteras del mundo que conocemos, para romper con todos los esquemas hasta ahora existentes, para cultivar en la mente del hombre las más nobles inquietudes: la de la curiosidad y el pensamiento, en cambio se enmohecen, se pudren en estantes sin vida, se desgastan día a día por la soledad y el desamparo, pasan allí años y años, desanimados, abandonados... nadie se percata siquiera de su presencia, nadie parece verlos, nadie parece oír sus gritos desesperados llamando a aquel afortunado que los abra, que despistadamente hojee sus páginas y logre descubrir así, en unas cuantas líneas, vidas enteras, sueños, anhelos y esperanzas depositados con la mejor de las expectativas.
¡en qué mundo vivimos! O mejor dicho: ¡Qué mundo hemos creado! ¿Qué sucede con nuestras mentes que no somos capaces de apreciar el arte, de admirar la belleza de un escrito, de maravillarnos y emocionarnos hasta el llanto en una lectura?¿Qué sucede con nosotros que hasta una inofensiva lágrima la creemos dañina y perjudicial?, ¿es acaso que estamos tan ocupados con la economía y el mercado, tan ocupados observando nuestras grandes ciudades, nuestros colosales avances en tecnología y medicina que no somos capaces de darnos cuenta de los pequeños detalles? tan estúpidos como para desperdiciar los talentos más grandes de la historia, tan inútiles, tan absurdos, tan egocéntricos, tan ignorantes que no somos capaces de ver más allá de nuestras propias narices.
Eternamente vivirán aquellos que generosamente han dejado su legado. Con nuestro desinterés no acortamos ni un segundo de su vida, en cambio perdemos los más interesantes de la nuestra; no logramos tirar por la borda su proyecto, en cambio, los nuestros no pasan de meros bosquejos; ansiamos la gloria, pero no tenemos idea de lo que cuesta alcanzarla; envidiamos sus triunfos, pero ni siquiera somos capaces de vencernos a nosotros mismos.
¡Cuánto tiempo desperdiciado inútilmente!¡Cuántos diálogos esperan por años respuesta!¡Cuántas conversaciones se vuelven desgarrados monólogos!¡Pobres libros abandonados!¡Pobres corazones vacíos y desalentados!¡Más pobres aún, porque teniendo la riqueza frente a sus rostros no son capaces de tomarla y en cambio prefieren perecer en la tristeza! Pobres somos y seguiremos siendo hasta que nos atrevamos, hasta aquel día en que los estantes de la biblioteca se hallen vacíos y no porque los hayan desocupado, sino porque cada uno de sus libros ha encontrado cobijo en las mentes jóvenes y vitales que antes pasaban de largo... hoy se han detenido, hoy les han dado vida sin haberlos engendrado, hoy los han revivido sin que estuvieran muertos, hoy los han abiertos sin que se hubieran cerrado, hoy le devuelven el color a páginas que nunca lo pedieron, hoy reabren capítulos que jamás han concluido ni lo harán nunca.

Sólo un deseo

Si en la vida se me concediera un deseo,
tan sólo uno,
créanme que no lo dudaría ni un segundo:
desearía conocer a Dios,
conocerlo de verdad y por entero,
que nada se interpusiera entre Él y yo.
¡cuán feliz me haría aquello!
Gozaría de la vida al máximo,
aprendería a amar a los otros con todo mi corazón,
con mi alma, con mi cuerpo y mi mente.
¡Sería tan feliz con un sólo deseo!
Predicaría con mi actuar y enseñaría a otros
lo que aprenda de Él.
Me sentiría completa, con el corazón a rebozar de paz,
¡con un solo deseo!
¡Haría tantas cosas!
es una lástima que piense esto ahora,
ahora que ya me voy,
ahora que la de pasos ligeros ya ha venido a mi encuentro

Si en este momento se me concediera un deseo,
tan sólo uno,
créanme que no lo dudaría ni un segundo:
desearía haber aprovechado más mi tiempo
y habérselo entregado a Él por entero,
de modo que ahora, en este último respiro de vida
no estaría deseando
querer conocerlo,
pues tras mis días de paso por este mundo
ya lo habría conocido
y habría hecho lo que nunca pude hacer:
amarlo a Él tanto como ahora, en medio de la muerte,
amo a la vida que ya no me pertenece.