jueves, 7 de febrero de 2008

La muerte

"Verdadera y letal asesina se pasea sigilosa entre los transeúntes, sembrando temor entre quienes perciben su fría precencia, mas tanto tarda el mortal en darse cuenta que cuanto posee en realidad no le pertenece, y cuan de un suspiro se tratara, de un momento a otro todo se va, todo se esfuma, todo desaparece y queda reducido a la nada. Todo se marchita mientras la suave brisa del ocaso lleva a su paso su triste desenlace y queda reducido ala nada también; cuanto más nos aferramos a esto, a esto que no es nada y que nunca lo ha sido, a esto que un momento es y al siguiente ya no, a esto que simplemente se esfuma como si nunca hubiera existido.
Es que no somos nada, y somos lo suficientemente estúpidos para sólo darnos cuenta cuando aquella cuyo paso es irreversible, esa que provoca heridas más profundas que el más afilado cuchillo, esa que daña no sólo el cuerpo sino también el alma de quienes vimos pasar como siluetas de amor en nuestras vidas, nos aprisiona bajo su manto fúnebre.
Cuando el corazón se nos compunge así y observamos con impotencia cómo la vida de quienes tanto quisimos, de quienes tanto amamos y con quienes compartimos se nos escurre entre los dedos sin que nada podamos hacer, sin que nada más que una amarga y eterna lágrima deslice por nuestros rostros dejando un surco de dolor que sólo el tiempo podrá cerrar, que sólo el amor es capaz de soportar hasta aquel día en el que digamos basta ya y al igual que muchos dejemos de respirar."