jueves, 9 de octubre de 2008

Confesión de debilidad...

Inquietud, semilla de duda plantada en tierra fértil de inseguridad.
conciencia permeable y entendimiento esquivo,
necesidad profunda de cambio, de liberación, de quietud.
Imperante deseo de descanzo y calma, mas escasa comprensión.
De lengua extraña se ha tapizado, de perfumes desconocido se ha tornado,
el corazón enrarecido y el alma perturbada.
¡cuánto no haría para que tú lo doctrinaras,
para que tú lo gobernaras, tómalo!
quédatelo y administralo a tu antojo,
enséñame que no distingo el bien,
modifícame que me estropeé,
cámbiame Señor que ya no quiero errar ni vagar;
no reconozco tu verdad, está oculta mi Dios,
oculta bajo mis egoísmos, tapada por mis errores,
enturbiada por mis injusticias y perece Señor,
muere, se marchita, se entanca.
No dejes que se extravíe más mi espíritu, rescátalo con tu brazo firme,
llévame a casa Padre,
suficiente extravío, suficiente dejación,
tú que todo lo puedes no niegues a quien ante tí se humilla tu reconciliación.
Óyeme Dios mío, toma con tu mano ágil, saca todo lo que guardo dentro,
tómalo y lanza al abismo lo imporductivo.

¡Sáname Señor! que ya no puedo más,
acude a mí Guardián celestial y límpiame que ya no resisto!

No hay comentarios: